viernes, 28 de febrero de 2014

Jornada 9

Jornada 9: Lecciones de vida


kilometros:114
salida-Llegada: Bosque encantado-Comienzo puerto Azilal
Altura máxima: 1085.88 m
Altura mínima: 442.07 m
Desnivel positivo: 1191.89 m
Desnivel negativo: 947.94 m


El amanecer me iba a dar una lección de valor.

Cada mañana despierto ansioso por asomar la cabeza y ver qué clima me espera durante la jornada.

Pero hoy no he prestado atención al cielo sino a un hombre que había cerca y que nada más asomar la cabeza fuera de la tienda se ha percatado y se ha encaminado hacia ella con rapidez.

Cierro la tienda.
Me asusto y pienso. “¿Será el dueño de ese “bosque de olivos abandonados”?.
Decido a salir y afrontar la bronca descomunal.
Nos plantamos uno frente al otro. Nos miramos. No hablamos (lógicamente). Se mete la mano al bolsillo para sacar algo.... Me asusto mucho!!!.

De repente como un mago saca una tetera y dos vasos de cristal, me ofrece un vaso y me lo llena de te. Espera a que beba. Tras el sorbo se aleja un poco para acercar dos piedras grandes para sentarnos. Vuelve a irse para traer un montón de troncos y prenderlos junto a las piedras.

En tan sólo 5 minutos lo que pensaba que iba a ser un enfrentamiento acabó siendo un cálido fuego mañanero.
 
Fuego compartido
Intente mediante gestos comunicarme. Pensé que darle un poco de mi tesoro más valioso que guardaba para una ocasión especial sería un acto de agradecimiento. Cogí mi tabla de chocolate Valor de almendras. Mas de 300 gramos del mejor chocolate mezclado de increíbles almendras envuelto, para mi gusto, en una buena y cara marca, VALOR.



Le fui a dar un trozo pero se apresuró y cogió todo el lingote. Vi como se me escapaba mi tesoro de las manos y se lo guardaba en su bolsillo. Justo en aquel que rato antes había sacado una tetera y unos vasos...

NO HAY VALOR QUE IGUALE EL CALOR COMPARTIDO DE UN FUEGO Y UN TE.

Recogí la tienda. Me despedí y me fui de ese bosque encantado.

Respecto al resto de la jornada se desarrollo por tierras llanas y pobladas. Atravesé una gran urbe, Beni Mellal, y varios pueblos grandes. En uno de ellos acudí al centro de salud a mirarme mi mal de labios que estaban quemados por culpa de la ausencia de cacao en mis alforjas. Me atendió una joven enfermera y me regaló un bote de cacao. Pasé un rato agradable hablando con ella en castellano. No sé si aquí en España acudes a un centro de salud y te regalan un cacao, más bien te regalan un papel para que compres el cacao.



No sería una lección aprendida en este día sino dos!!.

Durante el recorrido por una carretera adelanté a un marroquí sin dientes que iba en bicicleta sin frenos y sin pintura. No volveré a adelantar a ninguno más. Se me pegó a rueda y fue incrementando la velocidad, adelantándome de vez en cuando y mirándome con cara de pocos amigos. En uno de ellos sacó la mano e intentó pararme haciendo un gesto de que quería algo de comer. No me gustaba la forma en cómo me pedía comida.

Pero justo en ese momento vi como en sentido contrario se acercaba lo que no podía creer estar viendo, otro ciclo-turista!!!. Le grité, alcé la mano y fui a él directamente a detenerlo y hablar con él.  De paso, conseguí deshacerme de mi rival y el marroquí siguió su marcha.
 
mismos sueños. sentidos opuestos
Estuvimos un rato hablando e intercambiando sensaciones vividas. Era un joven californiano, rubio de sonrisa “profident” que estaba haciendo el mismo viaje que yo pero desgraciadamente en sentido opuesto. No podría compartir ni un kilómetro juntos. Nos dimos algunos consejos, nos hicimos unas fotos y nos despedimos.
 
Comienzo del puerto
Detuve mi jornada a comienzo de un gran puerto de montaña en medio de un bosque precioso. Sé que ese puerto me iba a deparar grandes rampas y sudadas..
otro bosque encantado



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